miércoles, 20 de octubre de 2010

Haz esto 1 - Lucas 10:25-37


En Lucas 10:25-37 encontramos a un respetado hombre religioso que sabía de memoria las Escrituras. No una parte, sino su totalidad. Lucas dice que era un interprete de la ley, y esto era lo que aprendían desde muy pequeños los que luego llegarían a ser interpretes de la ley.
Pero este hombre con todo su conocimiento y respetabilidad solo tenía “un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado” (Isaías 29:13).

Este hombre le preguntó a Jesús: "Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?" Él le dijo: "¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?”.
Con esta pregunta, este interprete de la ley, casi que me lo puedo imaginar sonriendo y disfrutando. Los religiosos judíos amaban discutir sobre esto. Alfred Plummer en su Comentario de Marcos explica esto: “Los rabinos dividían los 613 preceptos de la ley (248 mandamientos y 365 prohibiciones) en ‘importantes’ y ‘leves’, pero su clasificación era causa de muchos debates” (“El evangelio según Marcos”. Pag. 283).
Esta era la gran pasión de los maestros de la ley judía. Ni bien tenían oportunidad comenzaban un debate teológico sobre cómo entendían la ley, cuales eran los preceptos “importantes” y cuales los “leves”, sobre esto y aquello.

Se trataba de largas discusiones en las que cada uno quería demostrar su gran conocimiento y sabiduría. ¿Puedes imaginarlos? Entregaban sus vidas para conocer más y más las Escrituras y debatir de arriba a abajo aun las palabras más insignificantes formando así una larga lista personal de las doctrinas en las que cada uno estaba de acuerdo y las que no. Mientras que alguien demarcaba una nueva linea de pensamiento basado en cierta sección de la ley y el resto discutía si la integraba a su lista doctrinal o no, o si esta nueva linea de pensamiento la modificaban y los hacía formar una nueva doctrina sobre cierto aspecto de su religión.



Esta era la pasión de día y de noche de los maestros de la ley.
Y Jesús le pregunta: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?”. No es muy difícil imaginar a este interprete de la ley disfrutando entrar a un nuevo y largo debate teológico. Y responde:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”.
Diciendo esto, mezcla dos diferentes textos de la ley: Uno de Deuteronomio y el otro de Levítico. Lo que está haciendo este maestro de la ley es poner sobre la mesa su postura en la discusión de cuales eran los preceptos “importantes” y cuales los “leves”. Su actitud es como si dijera: “Muy bien, comencemos el debate. Esta es mi postura. ¿Cual es la tuya?”.
A lo que Jesús responde: “Bien has respondido; haz esto, y vivirás”.
Ja... “¿Qué? ¿Cómo ‘haz esto y vivirás’? ¿‘Haz esto’? ¿Cómo ‘haz esto’? Quiero mi discusión doctrinal. Comencemos a debatir. Aquí no se trata de ‘hacer’. Nosotros debatimos y debatimos nuestro conocimiento y sabiduría por horas y horas. ¿Cómo ‘haz esto y vivirás’?”

Este hombre respetado conoce a la perfección las Escrituras y lo que quiere es su debate. No vivir, no “hacer” lo que conoce.
Pero Jesús le dice “HAZ esto, y vivirás”. “Ponlo en práctica. Los preceptos que has mencionado no son para discutirlos, son para vivirlos. Ama a Dios y a tu prójimo. Esto debería encerrar toda tu religión. No todo tu debate diario. Sino tu forma de vida”.
Esto, por supuesto, a este hombre experto en debates, no lo convence. El quiere su discusión teológica. Se siente confrontado y quiere salir de sí mismo y volver a la lucha doctrinal. Por lo que vuelve al ataque:
“¿Y quién es mi prójimo?”
A lo que Jesús responde contándole la parábola del “buen samaritano”: “Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.
Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese”. Y el Señor le pregunta:
“¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?”
A lo que el interprete de la ley responde: “El que usó de misericordia con él”.
Y Jesús concluye: “Ve, y HAZ tú lo mismo”.

El relato de Lucas sobre este episodio termina aquí, por lo que podemos ver que el ansiado debate teológico no fue como este hombre esperaba.
Hace poco, un hermano, me contó que se encontró, como todas las mañanas, con una chica mendigando. Ella todos los días se sienta a unos 30 metros de la puerta de la casa de este hermano.
Ese día, él, decidió dejarle un folleto y hablarle un poco de Jesús. Pero al comenzar a hablar, ella con cara de asombro le dijo: "Ufff... ¿eres tú cristiano?"... A lo que él respondió que sí, un tanto intrigado por la manera en que se lo preguntaba.
Y la chica siguió: "¿Tú eres cristiano y yo te veo pasar todos los días y jamás me has ayudado con una simple moneda?... Y eres cristiano"...
Ja... Este hermano se quedó petrificado... Cuando pudo reaccionar, comenzó a explicarle, como pudo, que estaba pasando algunos problemas económicos y bla, bla, bla...
Pero, luego me confesó que, la excusa de los supuestos "problemas económicos" se trataba de añadirle el pecado de la mentira a su pecado de indiferencia.

Durante la conversación, a mí se me había ocurrido una excusa mejor: "Le podrías haber dicho que hay cientos y cientos de personas que piden dinero y que no le puedes dar a todos". La excusa era buena.
El problema, me dijo este hermano, es que nunca le dio dinero a esta chica, pero tampoco a los otros "cientos y cientos de personas que piden dinero".
Luego, reflexionando un poco en todo esto, comencé a ver que el Señor nos estaba queriendo enseñar algunas lecciones.
En este tiempo he estado realmente sorprendido con la mayoría de nosotros (en este grupo por supuesto entro yo también, dije: "nosotros").
Si a cualquiera de nosotros se nos pregunta por nuestras creencias, diremos con rapidez: "soy cristiano". Como este hermano con su mejor intención evangelizadora ante la chica mendigando.
Pero... ¡qué problema cuando alguien conoce alguna parte de nuestro diario vivir! ¿verdad? Ni hablemos de conocer nuestra más profunda intimidad, como una esposa, esposo, hijos o padres.....
¡Qué problema cuando parece que no nos es necesario transformar nuestras "creencias" en acciones!
Muchos de nosotros invertimos horas y horas para conocer más de la Palabra... Pero... ¿invertimos nuestra vida para la aplicación cotidiana?...
Hablo de algo tan sencillo como la chica que está mendigando a pocos metros de nuestra casa...


Excusas
Eso sí, tenemos miles de excusas. Excelentes razones para poner nuestro dinero en nuestros propios deseos y no en el bolsillo del que mendiga. Tenemos maravillosas excusas para explicar por qué actuamos como actuamos. El egoísmo es prudencia, el enojo poner límites, la superficialidad es vivir equilibradamente, la indiferencia a la necesidad de los demás es una cuestión de falta de tiempo, etc, etc...


Igual que el interprete de la ley
Lo mismo sucedió con este interprete de la ley en Lucas 10. El versículo 29 dice: "queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quien es mi prójimo?". Las palabras de Jesús para una persona simple hubieran sido suficientes: "ama a Dios y a tu prójimo. No se trata de una doctrina bonita. Sino HAZ ESTO". Pero este hombre quiere su debate teológico y no va a renunciar a él fácilmente.
Ningún judío religioso negaría que era una obligación "amar al prójimo". Esto estaba claramente reflejado en la ley: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Levítico 19:18).
Pero a lo largo de los años ya habían encontrado perfectas excusas para cuando no lo ponían en práctica. La pregunta que los justificaba era: "¿Quien es mi prójimo?". Lo mismo que dice este interprete de la ley.
Joachim Jeremías, en su libro "Parábolas", dice que "los judíos estaban divididos" en cuanto a quienes incluía esta palabra "prójimo" y que , por ejemplo, "los fariseos excluían a todo el que no fuera fariseo". Y explica que "una declaración rabínica enseñaba que a los heréticos, delatores y renegados se los arroje (en una fosa) y no se los saque', y una conocida máxima popular al enemigo personal lo excluía del mandato del amor" (Pag. 241).

John Lightfoot cita un Midrash de Rut, capítulo 4: "Si los gentiles están en peligro de muerte, no estamos obligados a ayudarles; por ejemplo, si alguno de ellos cae en el mar no tienes por qué rescatarlo: porque se nos ha dicho: 'No te levantarás contra la descendencia de tu prójimo; pero un gentil no es tu prójimo'." ("Horae Hebraicae et Talmudicae". Pag. 107).
Y Kenneth Bailey nos explica que en esa época "había variedad de opiniones sobre quien era el prójimo. Había un acalorado debate en torno a la interpretación" ("Las parábolas de Lucas". Pag. 90).
De esta manera, uno quedaba justificado de no amar a todos. Si tú mostrabas amor a otra persona, estabas amando a tu prójimo. Pero si no le mostrabas amor a alguien, lo explicabas diciendo que NO era tu prójimo.
Se trataba de la excusa perfecta.
Roberto Fricke S. explica que "esto era muy raro, porque Levítico 19 exigía el amor para el compatriota o 'prójimo' (vers. 18) tanto como para el extranjero (vers. 34)... la mejor forma de esquivar la exigencia de la ley era debatir el significado de 'prójimo'." ("Las parábolas de Jesús". Pag. 164).

Hoy
Y yo me pregunto: ¿No haremos muchas veces lo mismo? Ninguno de nosotros nos atreveríamos a decir que la Biblia no es verdad. Por lo que ante cualquier confrontación de Jesús de "haz esto", tenemos dos opciones:

- Aplicarlo en las fuerzas del Señor - O excusa-debate
¿Cómo afrontar a la chica mendigando que nos recuerda que preferimos vivir para nosotros mismos antes de ayudar a otros? ¿Cómo afrontar nuestra realidad diaria ante nuestros "prójimos"?
¿Alguna vez te has puesto a pensar que ante cada "haz esto" de Jesús tenemos una excelente excusa-debate? "El habló de 'renunciarlo todo' pero se refería en el corazón". "El nos habló de 'poner la otra mejilla', pero también debemos mostrar que no somos tontos..."
"El habló de... pero...." "El hablo de... pero..." Etc, etc, etc, etc, etc........

¿Será suficiente delante del Señor que dice "HAZ ESTO"?

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