jueves, 28 de octubre de 2010

Haz esto 2 - Lucas 10:25-37


Hay algo muy interesante en la parábola del buen samaritano que le cuenta Jesús al interprete de la ley. El Señor relata que "un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron...".
La versión Reina-Valera 1960 traduce "le despojaron", y no deja claro de qué "le despojaron". Mientras que la Nueva Versión Internacional lo traduce: "le quitaron la ropa". A.T. Robertson coincide en su "Comentario al texto griego del NT" diciendo que la palabra original en griego ("ekdúsantes") se refiere a que "lo despojaron de sus vestidos, además de su dinero" (Pag. 152).
Y luego sigue: "e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto" (Lucas 10:30).
Por lo que este hombre que había sido asaltado estaba desnudo e inconsciente junto al camino.
Seguramente ya has leído y escuchado varias veces esta parábola y sabes que por el mismo camino donde estaba este hombre tirado, pasan un sacerdote y un levita. Ellos no hacen absolutamente nada y siguen adelante. Luego un samaritano ve a este hombre golpeado y decide detenerse y asistirlo.
En la parte número 3 de “Relacionándome con el perdido” vimos que un judío enfrentaba todo un debate a la hora de considerar que alguien era su "prójimo". Existían muchas diferentes opiniones de a quien se le debía considerar un "prójimo". Por lo que cuando se encontraban con una persona inmediatamente analizaban con qué tipo de persona estaban tratando: gentil o judío. Si se trataba de un judío puro o un helenista, o peor aun un samaritano, etc.
Kenneth Bailey cuenta que "todo judío que viajara por los caminos de Palestina sabía que no podía estar seguro de que los que se cruzaran en su camino fueran judíos como él". Por lo que "el viajero puede identificar a los desconocidos de dos formas. Puede hablar al desconocido que encuentra en el camino y detectar de dónde es por su acento o, incluso antes de que abra la boca, puede saberlo por su porte y por su vestimenta" ("Las parábolas de Lucas". Pag. 93).
El problema en esta situación de la parábola es: ¿Cómo identificarlo?. Este hombre está inconsciente, por lo que obviamente no puede hablar para que se lo descubra por su acento, y fue despojado de su vestimenta que podía identificarlo de determinado pueblo o raza.
Esto lo transformaba en un simple ser humano necesitado. No había manera de identificarlo.

Un ser humano necesitado
En cuanto al sacerdote y al levita, esto por un lado les quitaba toda excusa. Ya que no podían saber si aun se trataba hasta de un maestro de la ley necesitado desesperadamente de su ayuda. Pero también les generaba la duda de a qué clase de persona podrían estar ayudando. ¿Algún gentil? ¿Un samaritano?
Y por el lado del samaritano esto representaba el reto de tal vez estar ayudando al peor enemigo de su pueblo: un judío. No había manera de saberlo.
Como escribió Kenneth Bailey: "Así era el hombre que los ladrones dejaron abandonado en el camino. ¿Quien se va a detener y le va a prestar su ayuda" ("Las parábolas de Lucas". Pag. 94).
No hay manera de saberlo
¿Y esto no es lo mismo que enfrentamos cada día? Alguien nos pide dinero por la calle. Pensamos: "¿Para qué va a usar el dinero? ¿Para alcohol? ¿Drogas? ¿O verdaderamente será para comida?". No hay manera de saberlo. Se trata de un "ser humano necesitado". No hay manera de que podamos identificarlo.
Lo mismo sucede cuando alguien en la iglesia nos pide consejos o ayuda. Esto significa, en algunos casos, mucho, mucho tiempo invertido. Pensamos: "¿Valdrá la pena que utilice todo este tiempo con esta persona para escucharlo, visitarlo, hablarle y demás? ¿Cambiará o habrá sido solo una perdida de tiempo?
No hay manera de saberlo. Se trata de un "ser humano necesitado". No hay manera de que podamos identificarlo.
¿Qué hacemos? ¿Seguimos de largo?
William MacDonald en su comentario del Nuevo Testamento escribió: "Nuestra obsesión con los bienes y posesiones materiales nos hace retroceder ante el pensamiento de dar lo que hemos adquirido. Sin embargo, si estuviésemos dispuestos a concentrarnos sólo con el alimento y vestido necesarios, aceptaríamos estas palabras más literalmente y mejor dispuestos".
Y hablando de que cuando una persona nos pide dinero no sabemos si su necesidad es legítima, escribió: "Por cuanto es imposible saber en todos los casos si una necesidad es legítima, es mejor (como ha dicho alguien) 'ayudar a una docena de mendigos fraudulentos que arriesgar pasar por alto a alguien verdaderamente necesitado'." (Pag. 537).

Uno de mis cristianos favoritos
Hace dos años el Señor me dio el privilegio de conocer al que se convertiría en unos de mis "cristianos favoritos", Walter. El se entregó al Señor en medio de un cáncer en su estómago. En exactamente un año desde su conversión hasta su muerte, presencié una de las transformaciones más radicales.
Estoy seguro que todos los que tuvimos el privilegio de acompañarlo en el último mes jamás nos olvidaremos de su ejemplo. Verlo vomitando y alabando al Señor al mismo tiempo era una imagen que trastornaba todo nuestro cristianismo.
Una de las tantas cosas particulares de Walter, era que unos 10 años atrás él era una especie de vagabundo maloliente perdido en drogas, alcohol y demás. Había sido abandonado por sus padres y se crió como pudo.
Los que lo conocían le habían puesto un sobrenombre despectivo por su mal olor. Hasta que una familia "samaritana" decidió darle un lugar donde vivir.
Se trataba de alguien, que si viéramos por la calle, en el mejor de los casos, nos daría lastima y pensaríamos que ya es un caso perdido. Sin embargo, el Señor tenía otros planes.
Lo trajo a España, permitió un cáncer fulminante, lo salvó, y de España a la presencia gloriosa de Dios. Pero antes nos sacudió a todos los que lo conocimos.
Muchas veces nos reímos: "Este Walter sí que lo hizo bien. En un año corrió más rápido que todos y mientras nosotros seguimos aquí, él ahora vive en el GOZO DE NUESTRO SEÑOR".
Se trataba de un hombre como el de la parábola de Jesús. Cualquiera pensaría: "¿Valdrá la pena intentar ayudarlo?" No había manera de saberlo. Se trataba de un "ser humano necesitado". No había manera de identificarlo.
Un indigente tirado por ahí. Un "caso perdido". Mientras que hoy vive junto al Rey de reyes y tiene el máximo título que alguien pueda tener: hijo de Dios.
Pero cuantos como él siguen por ahí tirados, "despojados, medio muertos"... Y Jesús sigue diciendo: "Haz esto" (Lucas 10:28)...
Alan Richardson escribió: "El pobre que sufre a quien yo ayudo me confiere un favor, no yo a él, porque me muestra a Cristo, hace que Cristo sea real para mí, me permite tocar, atender y servir a Cristo" ("Una introducción a la teología del NT". Pag. 137).
NO estoy hablando de una estrategia de evangelismo. NO. NO. Hablo de ser cristiano...

miércoles, 20 de octubre de 2010

Haz esto 1 - Lucas 10:25-37


En Lucas 10:25-37 encontramos a un respetado hombre religioso que sabía de memoria las Escrituras. No una parte, sino su totalidad. Lucas dice que era un interprete de la ley, y esto era lo que aprendían desde muy pequeños los que luego llegarían a ser interpretes de la ley.
Pero este hombre con todo su conocimiento y respetabilidad solo tenía “un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado” (Isaías 29:13).

Este hombre le preguntó a Jesús: "Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?" Él le dijo: "¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?”.
Con esta pregunta, este interprete de la ley, casi que me lo puedo imaginar sonriendo y disfrutando. Los religiosos judíos amaban discutir sobre esto. Alfred Plummer en su Comentario de Marcos explica esto: “Los rabinos dividían los 613 preceptos de la ley (248 mandamientos y 365 prohibiciones) en ‘importantes’ y ‘leves’, pero su clasificación era causa de muchos debates” (“El evangelio según Marcos”. Pag. 283).
Esta era la gran pasión de los maestros de la ley judía. Ni bien tenían oportunidad comenzaban un debate teológico sobre cómo entendían la ley, cuales eran los preceptos “importantes” y cuales los “leves”, sobre esto y aquello.

Se trataba de largas discusiones en las que cada uno quería demostrar su gran conocimiento y sabiduría. ¿Puedes imaginarlos? Entregaban sus vidas para conocer más y más las Escrituras y debatir de arriba a abajo aun las palabras más insignificantes formando así una larga lista personal de las doctrinas en las que cada uno estaba de acuerdo y las que no. Mientras que alguien demarcaba una nueva linea de pensamiento basado en cierta sección de la ley y el resto discutía si la integraba a su lista doctrinal o no, o si esta nueva linea de pensamiento la modificaban y los hacía formar una nueva doctrina sobre cierto aspecto de su religión.



Esta era la pasión de día y de noche de los maestros de la ley.
Y Jesús le pregunta: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?”. No es muy difícil imaginar a este interprete de la ley disfrutando entrar a un nuevo y largo debate teológico. Y responde:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”.
Diciendo esto, mezcla dos diferentes textos de la ley: Uno de Deuteronomio y el otro de Levítico. Lo que está haciendo este maestro de la ley es poner sobre la mesa su postura en la discusión de cuales eran los preceptos “importantes” y cuales los “leves”. Su actitud es como si dijera: “Muy bien, comencemos el debate. Esta es mi postura. ¿Cual es la tuya?”.
A lo que Jesús responde: “Bien has respondido; haz esto, y vivirás”.
Ja... “¿Qué? ¿Cómo ‘haz esto y vivirás’? ¿‘Haz esto’? ¿Cómo ‘haz esto’? Quiero mi discusión doctrinal. Comencemos a debatir. Aquí no se trata de ‘hacer’. Nosotros debatimos y debatimos nuestro conocimiento y sabiduría por horas y horas. ¿Cómo ‘haz esto y vivirás’?”

Este hombre respetado conoce a la perfección las Escrituras y lo que quiere es su debate. No vivir, no “hacer” lo que conoce.
Pero Jesús le dice “HAZ esto, y vivirás”. “Ponlo en práctica. Los preceptos que has mencionado no son para discutirlos, son para vivirlos. Ama a Dios y a tu prójimo. Esto debería encerrar toda tu religión. No todo tu debate diario. Sino tu forma de vida”.
Esto, por supuesto, a este hombre experto en debates, no lo convence. El quiere su discusión teológica. Se siente confrontado y quiere salir de sí mismo y volver a la lucha doctrinal. Por lo que vuelve al ataque:
“¿Y quién es mi prójimo?”
A lo que Jesús responde contándole la parábola del “buen samaritano”: “Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.
Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese”. Y el Señor le pregunta:
“¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?”
A lo que el interprete de la ley responde: “El que usó de misericordia con él”.
Y Jesús concluye: “Ve, y HAZ tú lo mismo”.

El relato de Lucas sobre este episodio termina aquí, por lo que podemos ver que el ansiado debate teológico no fue como este hombre esperaba.
Hace poco, un hermano, me contó que se encontró, como todas las mañanas, con una chica mendigando. Ella todos los días se sienta a unos 30 metros de la puerta de la casa de este hermano.
Ese día, él, decidió dejarle un folleto y hablarle un poco de Jesús. Pero al comenzar a hablar, ella con cara de asombro le dijo: "Ufff... ¿eres tú cristiano?"... A lo que él respondió que sí, un tanto intrigado por la manera en que se lo preguntaba.
Y la chica siguió: "¿Tú eres cristiano y yo te veo pasar todos los días y jamás me has ayudado con una simple moneda?... Y eres cristiano"...
Ja... Este hermano se quedó petrificado... Cuando pudo reaccionar, comenzó a explicarle, como pudo, que estaba pasando algunos problemas económicos y bla, bla, bla...
Pero, luego me confesó que, la excusa de los supuestos "problemas económicos" se trataba de añadirle el pecado de la mentira a su pecado de indiferencia.

Durante la conversación, a mí se me había ocurrido una excusa mejor: "Le podrías haber dicho que hay cientos y cientos de personas que piden dinero y que no le puedes dar a todos". La excusa era buena.
El problema, me dijo este hermano, es que nunca le dio dinero a esta chica, pero tampoco a los otros "cientos y cientos de personas que piden dinero".
Luego, reflexionando un poco en todo esto, comencé a ver que el Señor nos estaba queriendo enseñar algunas lecciones.
En este tiempo he estado realmente sorprendido con la mayoría de nosotros (en este grupo por supuesto entro yo también, dije: "nosotros").
Si a cualquiera de nosotros se nos pregunta por nuestras creencias, diremos con rapidez: "soy cristiano". Como este hermano con su mejor intención evangelizadora ante la chica mendigando.
Pero... ¡qué problema cuando alguien conoce alguna parte de nuestro diario vivir! ¿verdad? Ni hablemos de conocer nuestra más profunda intimidad, como una esposa, esposo, hijos o padres.....
¡Qué problema cuando parece que no nos es necesario transformar nuestras "creencias" en acciones!
Muchos de nosotros invertimos horas y horas para conocer más de la Palabra... Pero... ¿invertimos nuestra vida para la aplicación cotidiana?...
Hablo de algo tan sencillo como la chica que está mendigando a pocos metros de nuestra casa...


Excusas
Eso sí, tenemos miles de excusas. Excelentes razones para poner nuestro dinero en nuestros propios deseos y no en el bolsillo del que mendiga. Tenemos maravillosas excusas para explicar por qué actuamos como actuamos. El egoísmo es prudencia, el enojo poner límites, la superficialidad es vivir equilibradamente, la indiferencia a la necesidad de los demás es una cuestión de falta de tiempo, etc, etc...


Igual que el interprete de la ley
Lo mismo sucedió con este interprete de la ley en Lucas 10. El versículo 29 dice: "queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quien es mi prójimo?". Las palabras de Jesús para una persona simple hubieran sido suficientes: "ama a Dios y a tu prójimo. No se trata de una doctrina bonita. Sino HAZ ESTO". Pero este hombre quiere su debate teológico y no va a renunciar a él fácilmente.
Ningún judío religioso negaría que era una obligación "amar al prójimo". Esto estaba claramente reflejado en la ley: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Levítico 19:18).
Pero a lo largo de los años ya habían encontrado perfectas excusas para cuando no lo ponían en práctica. La pregunta que los justificaba era: "¿Quien es mi prójimo?". Lo mismo que dice este interprete de la ley.
Joachim Jeremías, en su libro "Parábolas", dice que "los judíos estaban divididos" en cuanto a quienes incluía esta palabra "prójimo" y que , por ejemplo, "los fariseos excluían a todo el que no fuera fariseo". Y explica que "una declaración rabínica enseñaba que a los heréticos, delatores y renegados se los arroje (en una fosa) y no se los saque', y una conocida máxima popular al enemigo personal lo excluía del mandato del amor" (Pag. 241).

John Lightfoot cita un Midrash de Rut, capítulo 4: "Si los gentiles están en peligro de muerte, no estamos obligados a ayudarles; por ejemplo, si alguno de ellos cae en el mar no tienes por qué rescatarlo: porque se nos ha dicho: 'No te levantarás contra la descendencia de tu prójimo; pero un gentil no es tu prójimo'." ("Horae Hebraicae et Talmudicae". Pag. 107).
Y Kenneth Bailey nos explica que en esa época "había variedad de opiniones sobre quien era el prójimo. Había un acalorado debate en torno a la interpretación" ("Las parábolas de Lucas". Pag. 90).
De esta manera, uno quedaba justificado de no amar a todos. Si tú mostrabas amor a otra persona, estabas amando a tu prójimo. Pero si no le mostrabas amor a alguien, lo explicabas diciendo que NO era tu prójimo.
Se trataba de la excusa perfecta.
Roberto Fricke S. explica que "esto era muy raro, porque Levítico 19 exigía el amor para el compatriota o 'prójimo' (vers. 18) tanto como para el extranjero (vers. 34)... la mejor forma de esquivar la exigencia de la ley era debatir el significado de 'prójimo'." ("Las parábolas de Jesús". Pag. 164).

Hoy
Y yo me pregunto: ¿No haremos muchas veces lo mismo? Ninguno de nosotros nos atreveríamos a decir que la Biblia no es verdad. Por lo que ante cualquier confrontación de Jesús de "haz esto", tenemos dos opciones:

- Aplicarlo en las fuerzas del Señor - O excusa-debate
¿Cómo afrontar a la chica mendigando que nos recuerda que preferimos vivir para nosotros mismos antes de ayudar a otros? ¿Cómo afrontar nuestra realidad diaria ante nuestros "prójimos"?
¿Alguna vez te has puesto a pensar que ante cada "haz esto" de Jesús tenemos una excelente excusa-debate? "El habló de 'renunciarlo todo' pero se refería en el corazón". "El nos habló de 'poner la otra mejilla', pero también debemos mostrar que no somos tontos..."
"El habló de... pero...." "El hablo de... pero..." Etc, etc, etc, etc, etc........

¿Será suficiente delante del Señor que dice "HAZ ESTO"?

miércoles, 6 de octubre de 2010

¿Qué camino [lleva] al cielo? - John Macarthur

domingo, 3 de octubre de 2010

¿Qué significa ser cristiano?

viernes, 17 de septiembre de 2010

RELACIONÁNDOME COMO CRISTO


1. Todo se trata de relaciones. Absolutamente todo. Cada día... todo el día... nos estamos realizando con alguien o con algo.
Por lo que, todo el tiempo estamos en “conexión” o interactuando con otras personas o cosas.
-Isaías 29:13- Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado.

Hacían lo que su religión les enseñaba que debían hacer, pero no tenían ningún tipo de relación con el Señor.

-Lucas 10:25-37 (Discutían sobre doctrina y sobre qué estaba bien o no).
Jesús concluye: “Ve, y HAZ tú lo mismo”.
Si no aplicamos lo que el Señor dice, nuestra religión es sólo “Is. 29:13”
¿La Biblia es la forma en que tú vives?

2. Pablo decía en 1 Corintios 11:1 escribió: Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. Nuestro ejemplo a seguir es Cristo.

¿Cual era el ejemplo de Pablo? ¿En qué se basaba para saber como debía actuar en cada situación? En el ejemplo de Cristo.
1 Pedro 2:21 nos dice que Jesús nos dejó “EJEMPLO, para que sigamos sus pisadas”. Jesús no solo murió por nuestros pecados y resucitó para darnos una nueva vida. Sino que también nos dejó “EJEMPLO” para que imitemos. Por esto nos llamamos “cristianos”.
Cristo es nuestro EJEMPLO y a él imitamos. 1 Juan 4:17 determina: “Pues como él es, así somos nosotros en este mundo”. (Comentario: “esta es la evidencia de que la naturaleza divina está implantada dentro nuestro”).
La gracia bíblica sí o sí produce obras. ¿Has sido salvado? ¿Vives en la gracia de Dios? Entonces tendrás obras.
Santiago 2:18,19 “Como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”. (Leer 1:22). Casa
-Romanos 8:29.

3. Cuando hablamos de ser como Cristo, nos referimos a esa obra de insuperable gracia del Espíritu Santo de formar a Cristo en nosotros.

Gálatas 4:19 “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que CRISTO SEA FORMADO EN VOSOTROS”.
Esto mismo lo expresa Pablo en su carta a los Efesios.
-Efesios 4:11-16. (casa)
-Lucas 6:40. El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro.

Esta palabra “perfeccionar” en el griego original refleja perfectamente la obra de un alfarero. Según el Diccionario Strong es sinónimo de “reparar, ajustar, perfeccionar, preparar, remendar, restaurar, unir”.
Por lo que en estas palabras de Jesús vemos la obra del Divino Alfarero en nuestras vidas. Tomándonos en sus manos y moldeándonos pacientemente según la imagen de Cristo, nuestro Maestro.
-Jeremías 18:1-6. (Ejemplo para casa).
Nosotros, muchas veces en el proceso de crecimiento, debemos ser quebrantados una y otra vez hasta que el Divino alfarero puede formarnos a Su voluntad.
-Hebreos 12:5-11 (Leer) ¿Estás siendo moldeado a Su imagen?

4. Decimos que queremos ser como Jesús. Hasta tal vez oramos por eso.
Pero en dificultades, conflictos con personas y demás, y empiezan las lecciones prácticas, le pedimos al Señor que nos libre de los problemas. Es como si oráramos: “Señor, quiero ser como tú, pero sin problemas”.
La palabra “disciplina”, es “educación, entrenamiento, corrección”. Estas situaciones se tratan de ni más ni menos que el discipulado del Señor. El nos está educando, entrenando, corrigiendo.
Hebreos 12:5-7 (Leer) Salmo 119:67,71 (Casa). Hasta que no somos quebrantados, humillados, corregidos; hablamos lo que no entendemos. Ejemplos de esto para casa: Job 42:3,5; David 2 Samuel 16.

¿Y tú? ¿Quieres ser como Cristo? ¿Quieres más de él en ti? “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor”. ¿Eres seguidor de aquél que Isaías definió como “despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto” (Isaías 53:3)?
TAREA: Aprende esta semana a reconocer en tu vida las “clases prácticas” de nuestro Maestro Divino: Jesús. Cuando te sucedan cosas que te cuesten afrontar o personas difíciles para ti, reconócelo como una “clase práctica” en la escuela de Cristo. Memoriza Hebreos 12:5 y aplícalo en cada situación.

5. ¿Hay algo que yo deba hacer?
Todo se lo debemos a la obra de gracia de Dios. No algunas cosas. Sino TODO. Pero: -Filipenses 2:12,13- “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” .
Dios te ha salvado, te ha dado Su Espíritu, ha puesto el querer como el hacer, entonces ve y hazlo. No hay más cuestionamientos que ese.
-1 Timoteo 4:7,8- Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. 
-2 Pedro 1:3 nos dice que “todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad nos han sido dadas por su divino poder”.
Antes éramos esclavos del pecado, y solo podíamos pecar. Pero ahora, libertados del pecado, debemos “presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo” (Romanos 12:1), y “ejercitarnos para la piedad”, porque “todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad nos han sido dadas por su divino poder”.
Ahora sí podemos, porque el no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” ( 2 Timoteo 1:7).

Por esto el escritor de Hebreos nos pregunta: “¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2:3).

6. 1 Timoteo 4:7,8
Término del ámbito deportivo.‘disciplínate’ o ‘entrénate’. De la misma manera que un atleta se entrena y esfuerza día a día para alcanzar su objetivo, así la Palabra de Dios nos ordena ejercitarnos en la piedad. Esto sin duda destruye toda idea de un cristianismo pasivo, sino más bien habla de un trabajo diario.
-1 Corintios 9:24-27 (Leer)
Somos nosotros los que debemos ejercitarnos para la piedad. Dios nos dio el querer como el hacer, pero nosotros no permanecemos pasivos en el proceso.
¿Quieres ser como Cristo? ¿Quieres más de él en ti? ¿Todo tu corazón clama porque tu vida se asemeje a la de él? Aprende a los pies del Maestro. Nunca podrá alguien que no conoce a Cristo, ser como Cristo. Tú debes postrarte a los pies del Maestro como María. Lucas 10:38-42 (Casa)
No se trata de lo que haces, sino de por qué haces lo que haces. ¿Qué es lo que te motiva? “Sólo una cosa es necesaria”, y 1 Corintios 13 (casa).
Puedo hacer de todo, pero si lo que hago no es un fruto de mi aprendizaje a los pies del Maestro, si no he entrado en el curso con Jesús para que él me forme a su imagen, a SER como él, “DE NADA ME SIRVE”.
Sentarnos a los pies de Jesús como María no es solo orar y leer la Palabra. Esto es solo una parte. En todo lo que hacemos nuestra actitud puede ser la de María.
TAREA: Conforme a lo que has aprendido hoy, escribe en un papel lo que significa “estar a los pies del Maestro”. Y finalmente escribe si consideras que vives a sus pies.

7. En 2 Pedro 2:14, Pedro está hablando de ciertos falsos maestros que entraban a las Iglesias y los describe así: “Tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición”.
“Habituado” es la misma palabra que en 1 Timoteo 4:7: “Ejercítate para la piedad”.  Solo que aquí se traduce como “habituado”.
¿Qué es un hábito? Un hábito es cualquier comportamiento repetido regularmente que manifestamos sin necesidad de pensarlo. Lo hemos aprendido y se ha hecho nuestra forma de reaccionar a determinado estímulo.
La conducta de una persona está llena de hábitos.
Definimos claramente “hábitos”, “conducta” y “carácter”:
-Hábitos: lo que hacemos repetidamente y se transforma en una conducta
-Conducta: lo que hacemos -Carácter: lo que somos
¿Qué quiere decir esto? Que hago conforme a lo que soy. Si soy tranquilo responderé tranquilo. Ahí mi conducta fue conforme a mi carácter. Mi carácter es tranquilo, mi conducta es tranquila.
Hago lo que soy, y soy lo que hago.
Por lo que si una persona se dice a sí mismo cristiana, pero su conducta, o dicho de otro modo, lo que hace, es anticristiano, su carácter es anticristiano porque su conducta es anticristiana.
Puritano del siglo 17, John Owen, en su libro “La mortificación del pecado”: “Un aspecto principal de la naturaleza engañosa del pecado, es la forma en que comienza con pequeñas demandas. Los primeros ataques y sugerencias del pecado son siempre muy modestos. Si el pecado tiene éxito en su primer avance, entonces exigirá cada vez más... Si el pecado tiene éxito en sus primeros avances, entonces repetirá su ataque inicial hasta que el corazón se torne menos sensible al pecado, y esté preparado para hundirse más en él. El corazón está siendo endurecido sin percatarse de ello con el fin de que el pecado aumente sus demandas sin que la conciencia sea muy turbada. De este modo, él pecado progresará gradualmente incrementando sus demandas pecaminosas.”
¿Cual es la solución para esta persona? Si no es verdaderamente cristiana, debe nacer de nuevo y así cambiar quien es: su carácter.

8. La Biblia exhorta claramente a que debemos asumir la responsabilidad de cambiar. Romanos 12:2 nos dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos”.
Antes nuestra conducta era la misma que la de cualquier persona de este mundo, éramos del mundo. Seguíamos, como dice Efesios 2:2, “la corriente de este mundo”. Nuestro ejemplo a seguir era el carácter de este mundo.
Pero al rendirnos al Señor, la Biblia nos dice: “transformaos”. “Así que, hermanos”. “Personas nacidas de nuevo: transformaos” ¿Cómo?
-Romanos 12:1,2 (Leer)
Dos cosas: 1- Presentar nuestros cuerpos en sacrificio 2- Renovar nuestro entendimiento.
Por esto Pablo les decía a los Corintios: “golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre” (1 Corintios 9:27).
Este cuerpo, nuestra carne, es el que debo presentar en sacrificio.
-Romanos 6.12,13. (Casa) Efesios 4:22. Colosenses 3:5 dice: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros”.
¿De qué me habla todo esto? De muerte, de sacrificar mi carne. Mi carne debe morir. ¿Quien es el responsable de hacerla morir? YO.
Un ejemplo: Si tú estás habituado a mirar lo que no debes por la calle ¿quien es el que no debe mirar más?
Tal vez tú digas: “Pero es que lo intento y no puedo. Ya lo intenté mil veces y siempre vuelvo a lo mismo”.
Repito: Primer paso es haber nacido de nuevo. Si no lo has hecho este “mortificar el pecado” será imposible.


9. Cuando empiezas a pensar en dejar ciertos hábitos pecaminosos, cierta conducta que sabes que proviene del viejo hombre, lo más seguro es que al principio sientas que tu carne se despedaza.
Por lo que alguien puede decir: “Pero yo he nacido de nuevo. ¿Como puedo ser adicto a un pecado o tener un hábito pecaminoso?”
La respuesta está en que la carne del inconverso es la misma que la tuya. La diferencia entre tú y él, es que él nunca podrá salir de su pecado, y tú gracias al Señor, sí puedes.
Lo que comienza al nacer de nuevo, como ya lo dijimos, es una lucha en la que tenemos asegurada la victoria, si peleamos y si lo hacemos en las fuerzas del Señor.
Tenemos hábitos en nosotros, pero esto debe ser derribado con violencia.
Efesios 5:15 Casa, Mateo 26:41 Casa
Jesús no les dijo: “Tranquilos, mi Padre hará la obra en ustedes”. Sino “velad y orad para que no entréis en tentación”.
Si tú verdaderamente has nacido de nuevo el Espíritu Santo está en ti (y sus frutos) todo está dentro tuyo. Gálatas 5:22,23; 1 Corintios 3:16,17, (casa)
Si no se manifiestan es porque tu vives en la carne, te ocupas de las cosas de la carne, por lo cual todo lo que se ve en ti es la carne. Comienza a mortificar tu carne, empieza a hacer morir lo terrenal en ti. Cuando quieras obedecer a tu hábito pecaminoso, clama al Señor y no lo hagas, permanece alerta, velando y ocúpate en desarrollar el carácter de Cristo en ti.
La pregunta es: ¿Estás dispuesto a reconocer que eso es desagradable delante del Señor? ¿Estás dispuesto a luchar? Efesios 6 (casa).

10. ¿De verdad le amas?

-Efesios 4:17-21 (leer)
¿Cómo pudieron oírle y haber sido enseñados por él si nunca lo conocieron personalmente? ¿Como podían haberle oído? ¿Cómo podían “haber sido por él enseñados”?
Habían entrado en el discipulado con Jesús. Por lo que Pablo esperaba una autentica diferencia entre ellos y los incrédulos.
“Si de verdad están a los pies del Maestro y están siendo enseñados por él, es imposible que su vida no sea muy diferente a la de los inconversos. Si no es así, es simple: ustedes no están siendo enseñados por Cristo”.
El verdadero discípulo de Jesús es transformado por las enseñanzas de Jesús. Y si no estás siendo transformado debes empezar a postrarte a sus pies para aprender. 1 Juan 3:24 dice: “Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él...”.
Cuantos creyentes dicen amar a Dios pero su carácter y conducta no tienen nada que ver con Cristo. (creen en una sensación romántica o emoción). Pero 1 Juan 5:3 nos explica qué es verdaderamente el amor a Dios: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos...”.
El que ama a Dios guarda sus mandamientos.
Jesús, el Maestro Perfecto, en Su Divina Sabiduría, lo sintetiza todo, absolutamente todo, en un mandamiento. -Juan 15:10-12. Leer.
Jesús dejó muy claro que todo cuanto hacemos a uno de sus hermanos más pequeños, a él se lo hacemos. Mateo 25:31-46 casa
El amar a Dios es algo real, tangible, que se manifiesta cuando amas a un hermano. Todo lo que hagas o dejes de hacer a los demás se lo estás haciendo o dejando de hacer a Jesús. Juan 13:34,35 casa.
Pero la Biblia no solo habla del amor a los hermanos: Lucas 6:27-36 (enemigos) casa.
¿Alguna vez pensaste: “Si estuviera Jesús aquí haría esto y lo otro.... y lo serviría.... y...”?. Jesús nos enseña: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.

Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe;
probaos a vosotros mismos.
¿O no os conocéis a vosotros mismos,
que Jesucristo está en vosotros,
a menos que estéis reprobados?

2ª Corintios 13:5


*Esto es un resumen de la serie "Relacionándome como Cristo". Para descargar la serie completa, accede AQUÍ  (Disponible en mp3 y pdf).